EDUCACIÓN EMOCIONAL EN
SECUNDARIA
En el tránsito de la vida la niñez a la vida adulta
tiene una etapa que conocemos como adolescencia en la que tratamos de guiar a
nuestra prole para que sean capaces de llegar a la edad adulta con la
suficiente madurez y equipaje, como para poder hacer frente a la vida de modo
autónomo.
En esta etapa, es preciso elaborar y
desarrollar propuestas educativas orientadas a problemáticas más específicas
como la resolución de conflictos personales e interpersonales, la mejora del autoconcepto
y la autoestima; incrementar las capacidades empáticas, optimizar las
habilidades sociales como el establecimiento de vínculos, fomentar valores
universales…
Es aquí donde no puede dejarse de lado la
importancia de una adecuada educación emocional, dirigida a optimizar el
desarrollo emocional tanto respecto al establecimiento de vínculos o emociones
básicas para la formación de la identidad y el bienestar, como la comprensión,
la expresión y la regulación emocional.
Los contenidos en los que debe fundamentarse
la educación emocional deben estar relacionados con la comprensión de emociones,
la dirección de la propia vida, el autoconcepto, la autoestima y las relaciones
personales (habilidades sociales, establecimiento de vínculos, aceptación de
las diferencias de los otros y otras, interiorización de las normas sociales,
la responsabilidad social, la asertividad social…).
La mayoría de los estudios se centran, en
esta etapa de la adolescencia, en el autoconcepto y el desarrollo. Las ideas generales
que se tenían en la niñez culminan en
ésta.
Las relaciones sociales tienen un papel
fundamental. Además, en esta edad la mayoría de los y las adolescentes cuenta
con el criterio para decidir selectivamente si está de acuerdo con la
percepción que el resto tienen de su “yo”.
Los y las adolescentes poseen una mayor
comprensión de sus estados afectivos que en etapas anteriores y hacen más
referencia a estados mentales o sentimientos internos cuando explican sus
emociones. Son conscientes de los efectos que tienen sus estados emocionales
-negativos o positivos- en el modo de percibir a la gente y en la relación de
tareas y actividades.
La adolescencia es el período en el que se
consolida la comprensión de emociones opuestas, entendiendo que una misma
persona puede generar en los otros y otras sentimientos opuestos. En esta
etapa, el y la adolescente conseguirá información sobre otras personas para
inferir y explicar sus propias emociones.
La adolescencia es un período muy intenso
emocionalmente y con frecuentes cambios de estados de ánimo. Los y las
adolescentes deben asumir los cambios corporales producidos a lo largo de la
pubertad; se desarrollan nuevas dimensiones de identidad, se realizan las
primeras relaciones amorosas y sexuales, y progresivamente se van
independizando del entorno familiar. Las presiones de los compañeros y
compañeras son especialmente intensas, ya que en esta etapa son ellos y ellas su
principal punto de referencia para establecer la autoconciencia.
En esta etapa, las estrategias de búsqueda de
apoyo se trasladan de padres y madres a los y las compañeras y amigas, pero en
momentos de crisis utilizan el apoyo de padres y madres, aunque son
ambivalentes a la hora de confiar en ellos y ellas.
Todos estos cambios requieren de una gran
capacidad de autorregulación emocional. En esta etapa utilizan estrategias
cognitivas de regulación emocional.
El proceso dinámico y complejo de interacción
social que se produce entre profesorado y alumnado es el medio para transmitir
el bagaje de conductas innatas y aprendidas a lo largo de generaciones.
Las personas educadas criadas en familias cálidas,
sensibles y empáticas contribuyen decisivamente a un desarrollo emocional
armónico y a la adquisición de competencias.
Es por ello que este curso trataremos el tema
de la educación emocional en la familia en nuestra sección de “Para pensar”.
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