sábado, 31 de octubre de 2015

Para pensar de noviembre: Saber identificar las propias emociones.

El primer paso, 

saber identificar las propias emociones


Una idea que no debemos perder nunca de vista es que, pese a que en ocasiones no nos lo parezca, los padres son modelos de comportamiento para sus hijos. Es por esta razón que el primer paso es la conciencia emocional de los padres, es decir, los padres son los que en primer lugar han de  ser conscientes de  las propias emociones, de sus causas y de sus posibles consecuencias.

Una buena manera de empezar a trabajar la conciencia emocional puede ser respondiendo a preguntas como ¿Cómo me siento en este momento? ¿Por qué me siento así? ¿Cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo? ¿Qué puede hacer para corregirla?

Ahora bien, en ocasiones, la educación emocional que han recibido los padres no es la más adecuada, por lo que un primer problema con el que nos encontramos es el de la “cultura emocional” de los responsables de la educación de los adolescentes. Por ello vamos a centrarnos en esta reflexión en el tema de los sentimientos y al centrarnos en los padres los enfocaremos a los sentimientos en el mundo de la pareja.

Un sentimiento es una reacción interna y espontánea ante una cosa, persona, lugar o una situación vivida o en la que se está pensando.

         Hemos de saber distinguir lo que es un sentimiento de lo que es un juicio o una opinión. Los sentimientos no tienen moralidad, son espontáneos, no son ni buenos ni malos.  Lo que tiene moralidad (es bueno o malo) es nuestro comportamiento. (Ejemplo, yo siento antipatía por alguna persona, mientras no actúe mal contra ella, ese sentimiento es el que es, y nada más, pero si me dejo llevar por él, mi acto es malo...) Los sentimientos los vivimos no son nosotros mismos, es decir yo me siento bien, no soy “bien”, esta es una pequeña “trampa para saber distinguir lo que es un sentimiento de los que no lo es.  Uno no ouede sentirse inteligente, uno es o no es inteligente, la inteligencia no es un sentimiento, frases como “me siento inteligente” no tienen sentido más que dentro de un contexto muy concreto.

         Los sentimientos son muy variados. Pero en general podríamos dividirlos en cuatro grandes familias:

·        sentimientos de alegría,
·        de tristeza,
·        de enfado y
·        de miedo.

Dentro de cada familia hay muchos sentimientos diferentes: no es lo mismo la alegría de tener un hijo que la alegría de encontrarse un euro.

A veces los sentimientos se presentan mezclados y otras veces son contradictorios. Tener un hijo, como decía, da alegría, pero también temor.

Para poder conocer nuestros sentimientos podemos seguir cinco fases:

1.     he de saber cuáles son mis sentimientos, ¿cómo me siento?
2.     he de saber qué es lo que me ronda por la cabeza ¿qué pienso?
3.     he de ser consciente de lo que estoy haciendo ¿qué estoy haciendo?
4.     he de saber qué es lo que necesito y si lo que estoy haciendo va a “satisfacer” esa necesidad.
5.     he de barajar mis opciones y decidir cuál voy a tomar, ¿qué opciones tengo y qué voy a hacer ahora?

Los sentimientos son señales de lo que pasa en mí en un momento determinado, revelan mis necesidades, que pueden ser físicas (comer, seguridad...) o más profundas o de relación (afectivos, como la necesidad de ser amado, de ser válido, de pertenecer a un lugar o a una persona, de sentirse autónomo...)

Por ejemplo ¿Qué sientes tú ahora mismo? (Intentemos responder a la pregunta).

Los sentimientos son muy importantes en todos los ámbitos de la vida del individuo, cuando es niño, cuando es adolescente, cuando es joven…en la pareja; y ello porque afectan nuestros comportamientos. No podemos evitar tenerlos, pero podemos tratar de canalizarlos para no estar dominados por ellos. Además, los sentimientos están presentes en prácticamente todas las manifestaciones de nuestra vida y afectan nuestra forma de pensar y sobre todo nuestra forma de actuar.

Esto queda patente en la comunicación, ya que los sentimientos están de hecho en la base de toda comunicación.
Lo vamos a ver con una pequeña anécdota:
           
En una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Adivino - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! - Gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? Fuera de aquí!!! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.
Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: "¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros familiares."
Se ilumino el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: -No es posible! la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Adivino - que todo depende de la forma en el decir....y te diré otra cosa: "hola" "gracias" y "por favor" son palabras mágicas.

Como habéis podido ver a la hora de dialogar con cualquier persona es muy importante conocer nuestros sentimientos y los de la otra parte. Y si no, pensad cuando vuestros hijos traen las notas a casa si influyen o no la forma de comentarlas con ellos según estemos contentos, enfadados, malhumorados, defraudados, estresados, dolidos…

La comunicación es la transmisión de mensajes entre las personas y constituye el fundamento de las relaciones humanas. La comunicación no puede reducirse al simple hecho de hablar, puesto que dos personas pueden hablarse y no estar comunicándose entre sí. En la comunicación se establece una reciprocidad entre los dos comunicantes, un intercambio de información (pensamientos e ideas) y de sentimientos. Cuando nos comunicamos utilizamos tanto mecanismos verbales, palabras, lenguaje oral, como mecanismos no verbales, gestos, sonrisas, miradas, expresiones faciales, posturas...
En nuestra comunicación es donde debe quedar patente el grado de confianza de conocimiento que  tenemos en y de  nuestra pareja y de nosotros mismos.

De esta forma, a través del diálogo lo que buscamos es un conocimiento mutuo, serio y profundo, compartir aspectos de la vida de cada uno y asegurar la revisión de todas las áreas que componen nuestra relación de pareja.

Pero muchas veces nos topamos con grandes dificultades para dialogar.
·        La resistencia a darse a conocer a sí mismo y a compartir nuestra vida íntima con nuestra pareja. Por miedo a no ser aceptados, por sentimientos de culpas...
·        Las propias diferencias entre nuestras personalidades.
·        La falta de tiempo. El ritmo de vida que nos establecemos...

Por ello es muy importante que a la hora de establecer un diálogo tengamos en cuenta que es necesario crear el ambiente adecuado para el mismo.

Por ejemplo plantearos las siguientes preguntas:
·        ¿Cuándo creeis que es el momento más inoportuno para comenzar un diálogo?
·        ¿Y el más oportuno?
·        Quieres hablar de algo que es importante para ti con tu pareja, ¿cuándo lo haceis?
           
A la hora de entablar un diálogo debemos tener en cuenta lo importante que es:

·        Saber escuchar: hemos de estar abiertos. Vamos a puntualizar: una escucha activa: tener una voluntad deliberada de oír y entender, llegar a empatizar, no distraernos, no dar soluciones, interrumpir, no rechazar el sentimiento del otro. Es un tipo de escucha que normalmente usaremos fuera del diálogo (revelar el rollo),
·        Tener confianza mutua y humildad.
·        Ser sinceros.
·        Tener paciencia.
·        Tener conversaciones de forma regular.
·        Ser oportunos.
·        Ser cordiales.
·        Tratar de ser naturales y estar dispuestos a dar una nueva oportunidad constantemente.

Por último, para acabar con el tema del diálogo, vamos a pasaros lo que podría considerarse las reglas de oro de la confrontación:

·        Recordar que nosotros (tú y tu pareja; tu hijo y tú...) somos más importantes que cualquier problema.
·        Al criticar a otra persona, hablar de lo que hace, no de lo que es. (Las etiquetas no ayudan no vale lo de “eres un vago…” “eres desorganizado….”, tec.)
·        No mezclar a terceras personas, el problema es entre nosotros. (Evitar mencionar a otros, evitar aprovecharse de terceras personas para que tomen partido o hagan de jueces, evitar buscar a otros para que nos den la razón. No vale poner como ejemplo a los amigos que no nos caen bien o que consideramos mala influencia en nuestros hijos, no vale poner ejemplo de los hijos de otras personas que creemos hacen mejor las cosas que los nuestros….)
·        Terminar la confrontación a toda costa y no dejarla incompleta.
·        Evitar exageraciones. Tú siempre, tú nunca...
·        No perder tiempo buscando quién es el culpable.
·        Evitar insultos y faltas de respeto.
·        Evitar la crítica destructiva y los sarcasmos.
·        No sacar a relucir cosas pasadas: 48 horas son tiempo pasado.
·        Mantener la confrontación sin salirnos del tema y tratando los temas de uno en uno. (Si lo que nos preocupan son las notas no entremos en si vuelve a casa tarde cuando sale…)
·        Cuidar la comunicación no verbal (contacto visual, afecto...)
·        Elegir el lugar y el momento adecuados
·        Tratar de tener actitud dialogante y no beligerante.


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